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Fuego en tus ojos ¿Reseña?

por Leo Contreras

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Una vista al "pasado" que no es tan pasado, una feminidad que no es tan propia, ni individual sino más bien colectiva, esa individualidad que se diluye cuando convergen en el centro del escenario las 3 actrices y sus movimientos sincronizados, casi como un animal de 3 cabezas que te obliga a ver detalladamente para percibir que cabeza es la que habla aunque nunca te des cuenta que cabeza es la que está pensando eso que escuchaste y cuando crees que empezaste a tener una idea de la coincidencia entre la cabeza que lo piensa y la boca que lo dice, el animal de 3 cabezas se separa y se hacen 3 (o el mismo en 3 pedazos) que corren, que hablan, que balbusean, que ríen y que lloran como quien oculta aleatoria y torpemente lo que de verdad quiere decir en esa risa, en ese llanto.
Nunca puedes dejar de mirar por el miedo o la curiosidad de perderte algo, pero al final no estás seguro de no haberte perdido mucho, por que torpe (o acertadamente) tus sentidos giraron hacia alguno de los objetos que aparece en escena (o que siempre estuvieron?) y percibis que esos objetos también te están diciendo algo, que te están diciendo todo, que entre todos esos colores y brillos puestos unos al lado de otros y en la manera en que las actrices interactúan con ellos se te devela algo de lo que no habias advertido hasta recién.
E incluso en uno de los días más fríos del invierno empezas a sentir lo caluroso del lugar que mencionan, la necesidad desesperada de los abanicos, y una genuina envidia de esas ropas ligeras que llevan puestas.

Y de pronto pasas de ser un tranquilo espectador a estar embebido de esa pasión como si en cada sonrisa, en cada coincidir de miradas, en cada momento de aprobación se nos escapará un grito, un destello de ese deseo, de ese fuego, de esa represión que es más del afuera que nuestra, de esa represión para no largarlo todo, e ir largando de a poquito eso que también sentimos, eso tan propio de las mujeres, de las feminididades, de las disidencias, de las maricas. De ese contener , CONTENER, c o n t e n e r para cumplir con los mandatos que casi tan de manera imperceptible va mencionando la radio que de fondo hace parte y lo llena todo, lo resume todo, lo explica todo.

Y el fuego en los ojos, es compartido por todxs, por todxs quienes sonreímos mientras miramos, el fuego en los ojos que no se apaga una vez terminada la función por que queda haciendo eco, dando calor, haciendo ruido en la tan aprendida necesidad de querer entender por qué salimos sintiendo ese fuego, como sino fuera eso lo que queríamos, como sino fuera eso para lo que fuimos.

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